Es uno de los restaurantes míticos de Valencia, arroceros desde 1888. El restaurante muy elegante merece la pena reservar con tiempo para que te pongan en una de las mesas que dan a la playa, comimos en una mesa con vistas al mar, lo que te hace que todo lo disfrutes más, pedimos para compartir unos chopitos que estaban realmente buenos y una paella Marcelina que era de marisco pelado para 2, hay que destacar un servicio estupendo. No era la primera vez que íbamos hace 4 años ya habíamos ido a probar sus paellas y nos encantaron, la verdad que en este tiempo hemos notado que ha bajado un poco la calidad pero sigue siendo una buena opción de un precio muy accesible.